Día 3:
Lo del tercer día no tiene nombre y ahora lo veréis. Nos levantamos temprano con la intención de no coger mucha cola en el Fernsehturm, o lo que es lo mismo, la torre de televisión. Desayunamos en el hotel, como todos los días, bocadillos, cereales, tostadas, bollos, café, zumo... y nos dirigimos en metro hasta Alexander Platz que está muy cerca de la torre.
El día había amanecido nublado, pero como no llovía, pensamos que las vistas desde arriba serían buenas.Previo pago de 8 €, subimos en el ascensor, tiene un indicador que mide la distancia a la que te encuentras del suelo, hace una primera parada en una planta en la que hay un mirador, y sigue hasta el restaurante giratorio. Nosotros nos bajamos en el mirador, y verdaderamente, es impresionante las vistas que tiene, y la altura a la que se encuentra. Al estar en la parte de abajo de la esfera, se ve con cierto respeto el suelo que se encuentra a unos 250mts por debajo de tus pies, y puede llegar a dar vértigo. Perdí la cuenta de la cantidad de fotos que hice desde allí arriba, tanto del horizonte, como de los edificios que habíamos visitado en los otros días, pero ahora con una perspectiva completamente distinta.
¿Y que sucede cuando nunca has estado en un restaurante giratorio? Pues que te apetece subir, y así lo hicimos, y tan solo 1 hora después de haber desayunado, lo volvimos a hacer, desayunar. Yo un cóctel de frutas, y un trozo de tarta “sacerdote” creo recordar que se llamaba, toda de chocolate e impresionante tamaño, todo por unos 5 euros. Para estar desayunando donde estás, los precios son bastantes “populares”. Las mesas están numeradas y van girando alrededor del eje, por lo que en unos 30 minutos, has dado una vuelta (nosotros dimos dos).
Nos dirigimos ahora a la Isla de los Museos, los más importantes son el Museo del Pérgamo, el Bode Musseum, y el Altes Musseum, por el tiempo del viaje, solo pudimos entrar en el Museo del Pérgamo y es bastante bueno. El Altes musseum estaba en obras, pero en el se encontraba Nefertiti.
En esa zona del Mitte, encontramos también la sinagoga, pero al ser sábado estaba cerrada a cal y canto (ya tenemos motivo para volver a Berlín). En la zona hay también un monumento a los judíos (Jüdische Opfer des Faschismus), y en el suelo se pueden encontrar placas con nombres de personas, indicando donde fallecieron, una gran mayoría, en el campo de concentración de Auswitch.
Pero sin duda, lo que más me gusto de la zona, fue el “Berlin Hackescher”, una serie de nueve patios, cada uno de su estilo, donde se pueden encontrar tiendas, cafeterías, restaurantes, y la tienda más grande de Ampelmanns. El barrio está lleno de gente joven y tiendas modernas.
Después de comer, visitamos numerosas catedrales, iglesias, la opera, y la biblioteca nacional, en la plaza de delante fue donde se quemaron todos los libros que se albergaban en ella, y hoy en día, a través de un cristal en el suelo, se ven estanterías vacías en recuerdo de aquel acto.
Nos fuimos a hacer unas compras a Zoologischer Garten y visitamos la iglesia evangélica luterana Kaiser-Wilhelm-Gedächtniskirche, después de los bombardeos, se puede ver el estado en el que quedó, y aunque se pensó en reconstruirla se decidió dejar tal cual y a los lados, se construyo la actual, muy discreta para no dañar el conjunto histórico.
Nuestra última noche en Berlín la aprovechamos para ver la iluminación de los monumentos más significativos, destacando por su sobriedad la puerta de Brandeburgo. No perderse también la isla de los museos con el río bordeando el Bode Musseum.
Lo del tercer día no tiene nombre y ahora lo veréis. Nos levantamos temprano con la intención de no coger mucha cola en el Fernsehturm, o lo que es lo mismo, la torre de televisión. Desayunamos en el hotel, como todos los días, bocadillos, cereales, tostadas, bollos, café, zumo... y nos dirigimos en metro hasta Alexander Platz que está muy cerca de la torre.
El día había amanecido nublado, pero como no llovía, pensamos que las vistas desde arriba serían buenas.Previo pago de 8 €, subimos en el ascensor, tiene un indicador que mide la distancia a la que te encuentras del suelo, hace una primera parada en una planta en la que hay un mirador, y sigue hasta el restaurante giratorio. Nosotros nos bajamos en el mirador, y verdaderamente, es impresionante las vistas que tiene, y la altura a la que se encuentra. Al estar en la parte de abajo de la esfera, se ve con cierto respeto el suelo que se encuentra a unos 250mts por debajo de tus pies, y puede llegar a dar vértigo. Perdí la cuenta de la cantidad de fotos que hice desde allí arriba, tanto del horizonte, como de los edificios que habíamos visitado en los otros días, pero ahora con una perspectiva completamente distinta.
¿Y que sucede cuando nunca has estado en un restaurante giratorio? Pues que te apetece subir, y así lo hicimos, y tan solo 1 hora después de haber desayunado, lo volvimos a hacer, desayunar. Yo un cóctel de frutas, y un trozo de tarta “sacerdote” creo recordar que se llamaba, toda de chocolate e impresionante tamaño, todo por unos 5 euros. Para estar desayunando donde estás, los precios son bastantes “populares”. Las mesas están numeradas y van girando alrededor del eje, por lo que en unos 30 minutos, has dado una vuelta (nosotros dimos dos).
Nos dirigimos ahora a la Isla de los Museos, los más importantes son el Museo del Pérgamo, el Bode Musseum, y el Altes Musseum, por el tiempo del viaje, solo pudimos entrar en el Museo del Pérgamo y es bastante bueno. El Altes musseum estaba en obras, pero en el se encontraba Nefertiti.
En esa zona del Mitte, encontramos también la sinagoga, pero al ser sábado estaba cerrada a cal y canto (ya tenemos motivo para volver a Berlín). En la zona hay también un monumento a los judíos (Jüdische Opfer des Faschismus), y en el suelo se pueden encontrar placas con nombres de personas, indicando donde fallecieron, una gran mayoría, en el campo de concentración de Auswitch.
Pero sin duda, lo que más me gusto de la zona, fue el “Berlin Hackescher”, una serie de nueve patios, cada uno de su estilo, donde se pueden encontrar tiendas, cafeterías, restaurantes, y la tienda más grande de Ampelmanns. El barrio está lleno de gente joven y tiendas modernas.
Después de comer, visitamos numerosas catedrales, iglesias, la opera, y la biblioteca nacional, en la plaza de delante fue donde se quemaron todos los libros que se albergaban en ella, y hoy en día, a través de un cristal en el suelo, se ven estanterías vacías en recuerdo de aquel acto.
Nos fuimos a hacer unas compras a Zoologischer Garten y visitamos la iglesia evangélica luterana Kaiser-Wilhelm-Gedächtniskirche, después de los bombardeos, se puede ver el estado en el que quedó, y aunque se pensó en reconstruirla se decidió dejar tal cual y a los lados, se construyo la actual, muy discreta para no dañar el conjunto histórico.
Nuestra última noche en Berlín la aprovechamos para ver la iluminación de los monumentos más significativos, destacando por su sobriedad la puerta de Brandeburgo. No perderse también la isla de los museos con el río bordeando el Bode Musseum.
No hay comentarios:
Publicar un comentario